lunes, diciembre 15, 2025

La revancha de la mandarina: un arma clave para combatir enfermedades infecciosas

Por su delicioso sabor, practicidad y fácil consumo, las mandarinas son un fruto tentador a la hora de consumirlo. Pero el fuerte olor que desprende, muchas veces hace considerar a las personas a cambiar de fruta, más si se la debe consumir en un entorno social y no en la comodidad de la casa.

Pero más allá de estas cuestiones prácticas y también de la importancia de sus propiedades nutricionales por su alto contenido de vitamina C, científicos argentinos vuelven a poner el foco en este fruto de invierno para destacar una de sus propiedades ocultas y muy beneficiosa para el ser humano.

Constanza Luciardi, becaria en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas(CONICET), es una de las autoras de un trabajo que demuestra que los aceites esenciales y terpenos alojados en la cáscara de la mandarina roja, conocida científicamente como citrus reticulata, funcionan como estrategias para combatir la agresividad de bacterias patógenas en el organismo y debilitar su resistencia a los antibióticos.

Según la conclusión de la experta en el estudio, la inclusión de tales derivados benéficos en productos de la industria farmacéutica o alimenticia -en dosis determinadas-, podrían favorecer a la salud humana en su duelo contra ciertas enfermedades infecciosas resistentes.

Detalles del descubrimiento tucumano

Los investigadores del trabajo comenzaron a estudiar distintos aceites esenciales que se constituyen por mezclas complejas de sustancias volátiles.

«Estudiamos principalmente terpenos, producidos por el metabolismo del vegetal, concentrándose en las cáscaras de estos cítricos. La búsqueda comienza a partir de conocer las virtudes de diversos productos naturales regionales, más allá de las nutricionales», explicó la doctora Elena Cartagena, investigadora en el Instituto de Biotecnología Farmacéutica y Alimentaria (INBIOFAL, CONICET-UNT), quien codirigió la investigación, junto al doctor Mario Arena.

Y agrega: «Entre algunas de sus múltiples funciones, se destacan la actividad antifúngica, antivírica y antibacteriana en altas concentraciones y en bacterias de vida libre».

El avance destaca una particularidad que no había sido explorada: la capacidad de los aceites volátiles y terpenos de mandarina de atenuar la virulencia microbiana, a través de la interrupción de un mecanismo de comunicación bacteriana o Quorum sensing (QS).

Dicho de otra manera: actúan contrarrestando los mecanismos de resistencia y la patogenicidad bacteriana, volviendo a las mismas sensibles a la acción de los agentes químicos y a las defensas activas del huésped.

Así lo expresa la investigadora, a medida que detalla pormenorizadamente los resultados ya publicados en revistas internacionales como LWT- Lebensmittel-Wissenschaft&Technologie.

«Los antipatogénicos tienen que combatir el QS que controla la producción de enzimas específicas-una de ellas es la elastasa, que degrada los componentes estructurales de los tejidos elásticos, facilitando la diseminación de la infección-, los pigmentos tóxicos, la movilidad y el desplazamiento bacteriano (swarming) y, entre los principales factores agresivos, el Biofilm», indicó Luciardi.

Este último se constituye por un conjunto de bacterias que operan coordinadamente y una matriz de polisacáridos, que ellas mismas producen y que las protege del estrés físico, químico y biológico, como también de las defensas del huésped, confiriéndoles, aproximadamente, una resistencia a antibióticos mil veces mayor que el que tienen las bacterias de vida libre.

Todos estos factores son los responsables de la cronicidad de los procesos infecciosos y de las infecciones intrahospitalarias difíciles de erradicar.

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