En la actual pulseada de monedas de la región frente al dólar, la devaluación local no tiene ningún punto de comparación con la que se dio en otras naciones.
El rally explosivo en el que se embarcó el dólar en la Argentina profundizó el desconcierto de un Gobierno que se vio empujado a anunciar un paquete de medidas para intentar llevar algo de calma a un mercado que destila desconfianza hacia el plan económico, justo cuando se está en plena negociación con el FMI para redefinir los términos del acuerdo.
Y, en principio, el billete verde encontró algo de calma. Sin embargo, el propio presidente Macri reconoció que "no es que porque hayamos tenido tres días consecutivos de tranquilidad en los mercados las problemas estructurales de la Argentina se hayan solucionado".
Claro que la forma en que el Gobierno aborda el discurso muestra cierta ambivalencia. El jefe de Estado ahora se encargó de aclarar que el tipo de cambio "es altamente competitivo".
Sin embargo, cuando la devaluación lucía descontrolada, salió pidiendo disculpas por su impacto en la inflación, con su consecuente efecto negativo sobre los niveles de pobreza. "Me duele muchísimo", llegó a afirmar el jefe de Estado.
La contracara está dada por los funcionarios vinculados con las carteras de Producción y Agroindustria, que ven en el nuevo tipo de cambio -aún sin conocerse su nivel de equilibrio- un efecto motorizador sobre varias ramas de actividad estratégicas, desde sectores con alto valor agregado hasta economías regionales.
Hace apenas semanas, el ministro Dane Sica aseguraba que "las exportaciones son el camino para crecer y crear empleo".
"Debemos ser generadores de dólares y no caer en las crisis del sector externo", agregaba, para luego destacar que "un dólar entre $28 y $29 deja muy cómodas a diversas actividades". El billete verde hoy está más del 30% por encima de esa marca que le sentaba bien al ministro.
En paralelo, la cartera que conduce Luis Miguel Etchevehere festejó abiertamente que la Argentina esté reabriendo mercados para las economías regionales, gracias a la súbita competitividad cambiaria ganada en las últimas semanas.
Incluso, el propio presidente del Banco Central, Luis Caputo, si bien reconoció que todavía "el déficit de cuenta corriente es alto", celebró como contrapartida el hecho de que "los flujos comerciales ya se corrigieron muy fuerte", como consecuencia de la fuerte devaluación.
Todo esto responde a que el tipo de cambio real frente a la canasta conformada por las monedas de las principales naciones con las que comercializa el país pasó a ubicarse en los mejores niveles en más de ocho años. Básicamente porque la Argentina viene ganando "por paliza" la carrera devaluatoria en toda la región.
Esto, incluso, en un contexto en el que en las últimas jornadas se reavivó la "guerra de monedas", propiciada por el fortalecimiento del dólar frente a los signos monetarios de emergentes.
Para contextualizar el nivel de depreciación que sufrió el peso argentino, basta saber que en lo que va del año el tipo de cambió acumuló un salto cercano al 100%.
Si bien los industriales y el propio mercado tienen un ojo puesto en el "temido" derrumbe del real brasileño –de hecho, en varias ruedas, operadores remarcaron que el en la City el salto del dólar respondía a la presión que metía la plaza vecina-, lo cierto es que las "velocidades" no tienen punto de comparación.
En efecto: en lo que va del año, el tipo de cambio en Brasil sufrió un salto del 22%. Un movimiento que sin dudas hubiese metido miedo a funcionarios y empresarios en otro contexto pero que queda desdibujado frente al fuerte salto que se dio en la plaza doméstica.
En el ranking de la "guerra de monedas" siguió Uruguay, con un salto de "apenas" 14%, seguido muy de cerca por Chile, donde el avance en términos nominales fue del 12%.
En paralelo, las monedas que menos se debilitaron frente al dólar desde el arranque del año estuvieron el peso colombiano, el sol peruano y el peso mexicano.
Devaluación versus inflación
Si bien la presión que el dólar le imprimió a los precios terminó erosionando parte de la depreciación nominal, el colchón cambiario que se generó hoy es considerablemente mayor que el que había al inicio del año.
Con un índice inflacionario que en agosto orilló el 4% y que estará acumulando un preocupante salto de más del 23% en lo que va del año, el salto del tipo de cambio descontada la inflación fue del 90%. Este nivel casi que cuadruplica el registro de Brasil.
Para Fernando Baer, de la consultora Bconomics, las diferentes velocidades que adquirieron las depreciaciones en la región obedecen a las disímiles situaciones políticas y económicas que atraviesan cada uno de los países.
