Cada 12 de octubre se recuerda la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, un hecho que marcó un antes y un después en la historia mundial. Lejos de limitarse a una efeméride histórica, la fecha se ha convertido en un espacio de reflexión sobre el encuentro —y también el conflicto— entre pueblos, identidades y cosmovisiones.
En Argentina, esta jornada se conmemora como el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, una denominación que busca poner en valor la pluralidad étnica del país y reconocer los derechos y aportes de los pueblos originarios, afrodescendientes y comunidades migrantes que conforman la identidad nacional.
Este año, el feriado se traslada al viernes 10 de octubre, dado que el 12 cae domingo, lo que permitirá un fin de semana largo. No obstante, se prevé que en todo el país se desarrollen actividades culturales y educativas vinculadas a la fecha.
Su origen
El origen del 12 de octubre se remonta a 1492, cuando la expedición encabezada por Cristóbal Colón arribó a la isla de Guanahaní —actual territorio de las Bahamas— en busca de una ruta comercial hacia Asia. Ese acontecimiento inauguró el contacto entre Europa y América, con consecuencias profundas para ambas civilizaciones.
En Argentina, la fecha fue declarada feriado nacional en 1917 por el presidente Hipólito Yrigoyen, bajo el nombre de “Día de la Raza”, una denominación utilizada durante décadas en gran parte de Iberoamérica.
Sin embargo, en 2010, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dispuso cambiar el nombre por “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, a través del Decreto 1584, con el objetivo de resignificar la efeméride desde una perspectiva más inclusiva y acorde a los derechos humanos.
En 2025, la gestión de Javier Milei volvió a emplear en algunas comunicaciones oficiales la antigua expresión “Día de la Raza”, reabriendo el debate sobre cómo debe interpretarse y nombrarse esta fecha.
Más allá de las distintas denominaciones, el 12 de octubre continúa siendo una oportunidad para revisar el pasado, reconocer las voces históricamente silenciadas y construir una convivencia basada en el respeto, la memoria y la diversidad. Porque la identidad argentina —como la de toda América— es, ante todo, el resultado de múltiples encuentros culturales.