El sol de las 13 hs hacía arder la tranquera de la casa de Alberto y Fermina en el Porvenir II. Un mensaje de Alberto fue el motivo de mi llegada: “Arturo pregunta si te sobra una Caburú”.
Por Soledad Balán
Hace algunos años era visitarlos y tomar tereré bajo la sombra de algún árbol, incluso el verano pasado. Pero increíblemente el que no tiene mucho sabe lo que es tener nada y entonces lo comparte. Hoy ese predio que antes era amplio y no tenía tranquera, ahora está fragmentado en pequeñas casas un poco de madera y otro poco de material, para que otras familias habiten y sean parte de esa comunidad.
Apenas entré a su casa fue imposible no verla. Una Caburú reposaba en el patio, bajo un hermoso, dulce y caluroso cielo guaraní. Una pelota hecha en Misiones, por vecinos de barrios populares y con los colores de la bandera. El blanco curtido por la tierra colorada y la falta de aire, daban señal que necesitaban una nueva.

Claramente, este pedido de Arturito no era el primero desde que lo vi nacer, poco después que le construimos su casa con Techo.
Hace un tiempo, antes de un partido del mundial que nos trajo la copa -precisamente cuartos de final- fuimos con Hugo a llevarle pelotas y camisetas de Argentina a Arturo y Araceli. Nadie merecía celebrar un mundial sin vestir la celeste y blanca. Alberto tenía la olería en su casa -como muchas familias de El Porvenir- y además trabajaba en la construcción. Esa semana, los esfuerzos en la obra y un Estado presente iban a hacer posible la llegada de la antena para que miraran todos juntos el partido ¡Tanto esfuerzo por ver rodar una pelota!
Esta vez, Arturo ya estaba en la escuela, pero la visita era porque él había pedido una pelota para la escuelita del barrio, para ver a sus amigos gambetear. Él todavía no tiene la edad para la categoría, pero una de sus esperanzas para el 2026 es poder jugar con ellos. Mientras tanto, repitió “mamá,mamá” y “papá,papá” retiradas veces gestionando una redonda.
Las clases, que se dan en la canchita del barrio, las dicta un vecino. Un joven que cuando la vida se le puso oscura, encontró en el fútbol una salida y hoy esa esperanza las distribuye en pequeñas ilusiones para Arturo, sus amigos y una decena de gurisadas del barrio. ¿El problema? Se habían quedado sin pelota y por eso Arturito me pidió una.
Sin pelota no hay infancias en la plaza y sin pelota y con un mal día de por medio, aquel profe corría más riesgos de volver a caer en hábitos pocos saludables. Sin pelota, capaz se atrasaban un poco los sueños de Arturo de jugar con sus amigos. Y sin pelota, capaz una familia perdía la ilusión de ver campeón a nuestra selección Argentina.
La pucha ¡que responsabilidad tiene la pelota!
Si le pregunto a la IA, tal vez me diga que por su forma es difícil apoyar y sostener mochilas tan grandes y pesadas arriba de una esfera. Pero yo, no tengo dudas que la pelota sostiene y contiene. Es apoyo, impulso y esperanza. Y simplemente por eso, la pelota debería ser un derecho.
¿Pelotas Caburú?
Caburú es el nombre que lleva la primera fábrica de pelotas de fútbol de Misiones. Sus trabajadores son vecinas y vecinos de barrios populares, quienes con su labor ponen en valor la figura de Melchora Caburú, el deporte comunitario y la bandera de misiones por la particularidad de sus colores.
Con una mirada social, destacan que por cada 5 pelotas que se venden, se dona una a una escuela de fútbol barrial, jugador o canchita de barrio.
De esa forma, logran garantizar el empleo de los trabajadores y acercar una herramienta a sectores más vulnerables.



