Héctor Alterio, uno de los actores más importantes de la historia cultural argentina, murió a los 96 años en España, país donde residía desde su exilio en 1975. Con una trayectoria que abarcó más de siete décadas y más de un centenar de películas, además de teatro y televisión, Alterio dejó una huella indeleble tanto en la Argentina como en España.
Nacido el 21 de septiembre de 1929 en el barrio porteño de Chacarita, hijo de inmigrantes italianos, descubrió su vocación artística desde muy joven. Tras la muerte de su padre cuando tenía apenas 12 años, debió trabajar para ayudar a su familia, sin abandonar nunca su pasión por la actuación. Se formó en el teatro independiente y fue uno de los impulsores del Nuevo Teatro, un movimiento clave de la escena cultural porteña de los años 50 y 60.
Su consagración en el cine llegó en los años 70 con interpretaciones memorables en películas fundamentales como La tregua, La Patagonia Rebelde y Quebracho. En La tregua, basada en la novela de Mario Benedetti, encarnó a Martín Santomé en un film que se convirtió en la primera película argentina nominada al Oscar como mejor película extranjera.
Amenazado de muerte por la Triple A, Alterio se vio obligado a exiliarse en España en 1975. Allí atravesó años difíciles, pero encontró la solidaridad de grandes figuras del cine y el teatro español. Su carrera volvió a florecer de la mano de directores como Carlos Saura y Jaime Chávarri, y obtuvo premios internacionales, incluido el galardón a Mejor Actor en el Festival de San Sebastián.
Con el retorno de la democracia, volvió a trabajar en la Argentina en películas clave como Camila y La historia oficial, esta última ganadora del Oscar en 1986. También participó en films muy populares como Caballos salvajes y El hijo de la novia, donde volvió a conquistar al público con personajes entrañables.
Radicado definitivamente en Madrid, nunca dejó los escenarios. Incluso pasados los 90 años continuó actuando y girando con espectáculos unipersonales, demostrando una vitalidad artística excepcional. En 2004 recibió el Goya de Honor como reconocimiento a toda su carrera y expresó siempre su profundo agradecimiento al público español.
Hasta sus últimos años, Alterio defendió el trabajo actoral como una forma de vida. “Mientras me divierta y pueda emocionar a alguien, sigo”, decía. Su muerte marca el final de una era, pero su legado permanece vivo en algunas de las obras más importantes del cine y el teatro en lengua española.
