A los 72 años falleció Raúl Armando Rosa, conocido por todos como Buki Rosa, una de las figuras más entrañables y emblemáticas del teatro en Misiones. Actor, director, médico, formador y fundador de la sala Mandové Pedrozo, su partida deja un vacío profundo en la cultura local. El adiós llegó apenas un día después de su cumpleaños, el 23 de julio, tras permanecer más de diez días en terapia intensiva por un cuadro de distrés pulmonar derivado de una insuficiencia cardíaca.
Nacido en Posadas en 1953, Buki vivió el arte como una forma de entrega total. Su camino no comenzó en los escenarios, sino en las aulas de arquitectura en Resistencia, Chaco. Sin embargo, los avatares económicos lo llevaron de regreso a su tierra natal, donde halló su verdadera vocación: darle voz, cuerpo y alma al teatro misionero.
Con determinación y pasión, invirtió sus primeros ahorros en viajes a Buenos Aires para formarse y ampliar su mirada artística. Su formación inicial en artes plásticas en el Instituto Montoya derivó finalmente en una dedicación plena a las tablas, donde su sensibilidad y profundidad creativa dejaron huella.
Su legado va más allá de la escena. Fue padre de Fernando Rosa, el recordado “Rulo Espínola”, con quien compartió no solo la sangre, sino también la llama del arte. Buki supo explorar desde el escenario los grandes dilemas humanos y existenciales, dejando una obra que hoy sigue viva en las nuevas generaciones de artistas misioneros.
El teatro misionero despide a uno de sus pilares, pero su espíritu permanece encendido en cada función, en cada sala, en cada actor o actriz que alguna vez encontró inspiración en su ejemplo.