jueves, abril 25, 2024

Francisco, cinco años de un papado con polémicas, grandes reformas y presiones conservadoras

El aniversario se cumple este martes. El Papa lo celebra con su plan de continuar los cambios en la iglesia. Sus enemigos internos tradicionalistas buscan impedir que siga ese camino.

Este martes Francisco cumple cinco años del pontificado para el que fue elegido como Papa el 13 de marzo de 2013 por los cardenales electores del Cónclave reunido en la Capilla Sixtina. Jorge Bergoglio está decidido a seguir adelante con los cambios profundos la Iglesia y pese a las presiones de sus adversarios y enemigos conservadores y tradicionalistas, no piensa renunciar. Quiere más que nunca ser “el albañil de las reformas”, como dijo el jesuita Antonio Spadaro, uno de sus principales consejeros.

Francisco ha dejado atrás la Iglesia de los “valores no negociables”, atrincherada en poner en el centro la doctrina de la ética y la familia. En su ideario está la Iglesia “en salida” junto al pueblo y los pobres, un “hospital de campaña” vecina a los pecadores, en diálogo abierto con el mundo.

Aunque habla menos del tema, Bergoglio quiere que su pontificado mantenga a flote y navegando a buen puerto la doctrina y las enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II, que revolucionó a la Iglesia reconciliándola con el mundo en los años ’60, en tiempos de su admirado Pablo VI, a quién proclamará santo en octubre próximo junto al mártir asesinado en El Salvador, monseñor Arnulfo Romero, en una misma ceremonia que es todo un programa del pensamiento y la acción del Papa argentino.

Resumiendo este quinquenio, el vaticanista Marco Politi escribió que Bergoglio ha caminado “dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás”, cometiendo errores que han dado armas a los conspiradores más reaccionarios, que lo consideran “un herético”, dominado por una pasión pastoral que le hecho perder el rumbo doctrinario.

En realidad el único punto crítico en este aspecto ha sido la voluntad del Papa de permitir que en determinadas situaciones los católicos divorciados y vueltos a casar por el civil, pueden mediante una vía penitencial recuperar los sacramentos perdidos. Son los obispos los encargados de evaluar estas situaciones en sus diócesis. Los episcopales tradicionalistas no concederán el perdón canónico basándose en el principio de la indisolubilidad del matrimonio, y los progresistas lo facilitarán en nombre de la misericordia divina, tema central del discernimiento bergogliano, que a la misericordia ha dedicado un año santo.

En el horizonte hay otra cuestión que puede originar un nuevo choque, aunque sea menos incendiario que el de los católicos divorciados, que fue el convidado de piedra de los Sínodos de la Familia de 2014 y 2015, en los cuales la batalla de los opositores condicionaron mucho el impulso reformista del Papa argentino. Es el de los llamados “viri probati”.

Para el año que viene, y ya está en plena preparación, Bergoglio ha convocado un Sínodo dedicado a la Amazonia, un espacio de seis millones de kilómetros cuadrados distribuido en seis países sudamericanos, que tendrá lugar en Roma. La situación de los católicos dispersos en el llamado “pulmón verde del planeta”, es dramática por la práctica ausencia de sacerdotes.

De allí la idea, que en Brasil circula hace muchos años, de recuperar la tradición de los antiguos cristianos con los “viri probati”, fieles maduros con familia que serían ordenados especialmente para dar los sacramentos y cubrir otras funciones sacerdotales. La amplitud de sus funciones sería decidida a partir del documento del Sínodo de la Amazonia. Todavía el asunto de los “viri probati” no figura en la agencia sinodal.

Es probable que los opositores en la Iglesia encuentren una nueva arma para atacar a Bergoglio, como enemigo de la obligatoriedad del celibato en la Iglesia latina (90%), a pesar de que Francisco siempre se proclamó contra el celibato optativo.

Según dijo en voz baja un veterano monseñor de la Curia, ya funciona una coordinación de los conspiradores que ha sido bautizada “la Cábala”, término que se origina en la mística judía medieval, pero que con los siglos sirve también para evocar un grupo secreto. No todos los adversarios de Bergoglio están en la Cábala, pero sí los que tienen las peores intenciones.

Fomentan un movimiento cismático en la Iglesia, no inmediato pero sí para “cuando llegue el momento”. Temen que si el Señor mantiene al Papa argentino en el trono de San Pedro, en dos años al máximo Bergoglio logrará controlar la estructura íntima del poder en la Iglesia. En los cuatro consistorios que convocó en su pontificado, Francisco creó 49 cardenales. En los consistorios de este año y el próximo la cifra puede pasar de los 60, que son la mitad del colegio de purpurados electores, menores de 80 años. No queda mucho tiempo, sostienen los secuaces de La Cábala.

La huella bergogliana en el Sacro Colegio es ya impresionante. Sedes cardenalicias tradicionales, como Turin y otras grandes ciudades europeas, han sido sustituidas por diócesis elevadas al cardenalato en islas casi desconocidas en Occidente y pequeños países lejanos.

Este es el fruto del discernimiento bergogliano que cree que el futuro de la Iglesia está en las periferias geográficas y existenciales. Esta concepción acertada crea, según el editorialista del “Corriere della Sera”, Massimo Franco, que entrevistó y hasta escribió un libro sobre Bergoglio, una “desconexión cultural” con el centro, sobre todo europeo, que ha mantenido durante muchos siglos el control de la Iglesia. “Este es un Papa latinoamericano: su elección significó un corte en la visión Occidente-Oriente”.

Bergoglio ve al mundo desde el sur”. Su relación con Occidente es “más áspera”, Según Franco la propuestas revolucionarias del Papa argentino “están casi terminadas”. Por ejemplo las reformas de la Curia y del IOR, el banco vaticano, son lentas y según Massimo Franco “dan las primeras señales de agotamiento”.

Con Estados Unidos, las tensiones con Trump se extienden a la Conferencia Episcopal. A fines del año pasado, Bergoglio envió al secretario de Estado, cardenal Pietro Parolín, a sondear el clima y los problemas en la Iglesia de EEUU.

El presidente de los episcopales es el conservador Daniel Di Nardo, que no es un activista anti Bergoglio. Pero los obispos están divididos por mitades. Y en la votación interna para elegir al presidente del estratégico Comité Pro Vida de la Iglesia de EEUU, el candidato del Papa argentino, cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, perdió con el 46% de los votos episcopales, contra el cardenal Joseph Nauman de Kansas City, uno de los líderes de la mayoría que sostiene la necesidad de “distinguirse” de la orientación de Francisco, que sumó el 54%.

El Papa sigue los enormes problemas internos de la Iglesia sabiendo que hacer los cambios es una tarea titánica. Pero tiene confianza en que el proceso abierto con su pontificado siembra semillas que cosecharán sus sucesores. Por eso tiene puestas muchas esperanzas en el Sínodo de la Juventud que se realizará en octubre en el Vaticano. Esta asamblea no solo deberá encontrar las vueltas y los cambios para atraer a una fe participada a los protagonistas del mañana.

Bergoglio quiere estimular las vocaciones, que escasean en la Iglesia de hoy.

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