lunes, agosto 11, 2025

Hoy Gustavo Cerati cumpliría 66 años: la historia de un ícono del rock argentino

Este 11 de agosto se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de uno de los grandes del rock argentino. A más de una década de su partida, su figura sigue marcando a generaciones, no solo por su legado junto a Soda Stereo, sino también por su obra solista y su influencia en la cultura popular argentina y latinoamericana.

Un día como hoy, pero en 1959 Argentina despertaba bajo el gobierno de Arturo Frondizi, en medio de tensiones políticas pero también una creciente efervescencia cultural. En ese clima nacía Gustavo Adrián Cerati, hijo de una familia de clase media que residía en el barrio porteño de Barracas. Mientras Argentina se debatía entre el desarrollismo y los vaivenes económicos, en su casa ya se gestaban las primeras señales del talento precoz de un niño que cambiaría para siempre el sonido del continente.

Su infancia transcurrió entre guitarras, dibujos y una temprana vocación artística. La década del 60, con los primeros ecos del rock & roll internacional y el surgimiento de grupos como Los Gatos y Almendra, se empezaba a consolidar la escena local. En ese contexto, Cerati absorbería influencias que más tarde volcaría con estilo propio.

Con la llegada de la democracia en 1983, tras años de dictadura, el país vivía un momento de apertura, efervescencia y necesidad de expresión. Fue el mismo año en que Soda Stereo lanzó su primer álbum. Mientras Raúl Alfonsín juraba como presidente, Gustavo, Zeta Bosio y Charly Alberti ofrecían una bocanada de aire fresco a una juventud ávida de referentes. El trío encarnó como pocos el espíritu moderno de esa transición democrática: música pop con identidad propia, estética cuidada y una conexión inédita con América Latina.

Gustavo Cerati - 1

El fenómeno Soda Stereo no sólo coincidió con una etapa histórica clave, sino que fue parte activa de ese proceso. Sus giras por países como Chile, Perú, Colombia o México en plena apertura regional tras las dictaduras militares y los conflictos sociales que marcaron a la década de 1970, consolidaron un puente cultural donde Cerati brilló con letras sofisticadas y una sensibilidad distinta.

Los años 90, marcados por el menemismo y la cultura de consumo, encontraron a Cerati ya como figura consolidada. Mientras Argentina abrazaba el 1 a 1, él elegía el camino del arte introspectivo y de autor. Su disco Amor Amarillo, de 1993, compuesto en Chile mientras esperaba el nacimiento de su hijo Benito, es un reflejo de esa búsqueda más personal.

En plena convertibilidad, donde lo aspiracional invadía la estética del país, Cerati no cedía a las fórmulas comerciales. Por el contrario, grababa discos complejos como Bocanada (1999), una obra maestra que lo reafirmaba como pionero en la mezcla del rock con la electrónica y la música experimental.

A lo largo de su carrera, obtuvo múltiples premios como Grammy Latinos, Gardel, Konex, y fue homenajeado por su trayectoria en diversas oportunidades. Sin embargo, más allá de los reconocimientos formales, el verdadero premio fue su impacto: generaciones completas de músicos crecieron escuchando su voz y aprendiendo sus riffs.

Detrás del mito, hubo un hombre meticuloso, lector de Borges, admirador de Spinetta y curioso incansable. Pocos recuerdan que también estudió Publicidad en la UCA, aunque pronto supo que su camino estaba en los escenarios. Fue una figura que supo combinar lo masivo con lo sofisticado.

La vida privada de Cerati nunca estuvo demasiado expuesta. Su relación con Cecilia Amenábar, madre de sus hijos, y luego con figuras mediáticas como Déborah de Corral o Leonora Balcarce, siempre se manejaron con discreción. Supo mantener el hermetismo de su vida en contraste con la potencia emocional de sus letras.

La madrugada del 15 de mayo de 2010, tras un recital en Venezuela, un ACV lo dejó en coma durante más de cuatro años. En ese tiempo, su figura se convirtió en símbolo: festivales lo homenajearon, sus canciones volvieron a los rankings y su legado se consolidó.

spinetta cerati - 3

Finalmente, el 4 de septiembre de 2014, Gustavo Cerati murió a los 55 años. El país lo despidió como a un prócer cultural. Su velorio en la Legislatura porteña, la misa íntima con sus amigos más cercanos y las lágrimas de miles que cantaron "Te hacen falta vitaminas" en la calle, fueron muestra del amor popular.

Hoy, a 66 años de su nacimiento, Cerati no sólo sigue sonando: está más presente que nunca. Su influencia atraviesa desde el indie hasta el mainstream. Artistas como Wos, Bandalos Chinos, Zoe Gotusso o incluso Lali Espósito reconocen en él una fuente de inspiración.

En una Argentina que sigue buscando su rumbo, sus canciones siguen siendo refugio, empuje y belleza. Porque en medio de los vaivenes históricos, de la crisis y la euforia, la música de Cerati supo conectar con lo esencial.

Fue más que un músico: fue un generador de atmósferas, un poeta del sonido, un hombre que no se conformó con repetir fórmulas, un artista que vivió en estado creativo.

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