jueves, mayo 15, 2025

Iplyc: entregaron donaciones al merendero “Hora feliz” de Candelaria

El merendero “Hora feliz”, de Candelaria, fue beneficiado con leche, azúcar, mantas para bebés, 50 conjuntos de ropa para niños, 20 conjuntos para adultos y lanas, que acercó el Programa del IPLyC SE, “Activando voluntades”. Los alimentos y ropas fueron entregadas por la responsable del Programa, Mabel Pezoa, a la voluntaria Teresa Águeda Álvarez (60), residente en el barrio “Padre Mujica”, de la antigua Capital de Misiones.

Pezoa transmitió a los presentes los saludos del presidente del Instituto, Héctor Rojas Decut, y sostuvo que “elegimos a este merendero porque está trabajando en una zona carenciada y atiende regularmente a unos 70 niños en situación de pobreza”. El “Hora feliz” también está vinculado a las iglesias “lo que nos parece una garantía de que están haciendo un trabajo para generar valores. Nos pareció importante acompañarlos”. Contó que además de la entrega de las donaciones, “se armó un grupo de mamás que se animó a tejer y es por eso que trajimos madejas de lana. Una persona que acompaña a la institución las capacitará porque la idea es que puedan recibir, pero también que puedan dar a partir de lo que puedan aprender”.

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Según Pezoa, “ellas harán una devolución. Lo que tejan será para sus hijos y para el hospital Neonatal de la provincia. La intención es generar ese ida y vuelta entre los que necesitan y los que quieren donar. Hoy nos acompañó Gabriela, que es una de las que colaboró con las donaciones. Quisimos que venga a entregar y a conocer el destino de lo que ella entregó”.

Manifestó que “estamos muy felices de empezar. Hoy es nuestra primera salida a campo, en un lugar que realmente necesitan. Trajimos cosas nuevas y usadas. Lo usado está perfectamente acondicionado (lavado, planchado, zurcido) por las voluntarias”.

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Álvarez contó que la idea del merendero “nació de mi corazón. En la zona había uno cuando apenas se inició el barrio, hace siete años. Cuando quedó sin efecto, una mamá me sugirió que lo trasladara a mi casa y me hiciera cargo. Y así fue”.  Agregó que “siempre estoy golpeando puertas para conseguir la leche y la galleta, que me daba un panadero. Pero gracias a Dios siempre tengo alguna ayuda. Todos los merenderos se terminaron, pero sigo porque no me quedo, sigo golpeando puertas”.

“Me siento feliz porque adoro a los chicos. Es un compromiso que tengo con los niños, siempre me gustaron. Era ama de casa hasta me ocupé del merendero. Para eso amplié el patio. Antes había una sola mesa, después me donaron otra más grande y bancos”, expresó.

F.B.

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