sábado, mayo 11, 2024

Superfinal: los héroes menos pensados

La primera final fue un partidazo en el que se ganaron su crédito y recuperaron el respeto de propios y extraños Agustín Rossi y Lucas Pratto.

Amén de la técnica, la estrategia y la táctica, amén de las estrellas que a la hora señalada dan la talla, del contagio de las tribunas, de la mano de los entrenadores y de las reservas anímicas, la historia de las finales puede contarse a través del faro de los héroes accidentales. De esos protagonistas que por h o por b estaban fuera de catálogo, o habían sido parte del catálogo y un buen día quitaron la hoja donde constaban sus nombres y zas, cayeron en desgracia. De esos protagonistas, en fin, que en la víspera cotizaban poco o nada como candidatos al podio y a duras penas resistían el fuego amigo de la desconfianza.

En un partidazo como el de ayer, con premios y castigos para todos los gustos, cada quien disfrutó del respaldo de por lo menos un jugador que acalló el runrún malicioso, que supo cosechar respeto, consideración y crédito. En Boca, a todas luces, Agustín Rossi. El hecho de haber estado dos veces en ventaja y de haber dispuesto el mano a mano de Darío Benedetto a nada del final no exime a Boca, ni a sus seguidores, de tomar nota de que en el tramo de manifiesta superioridad de River fue Rossi y no otro quien sostuvo el 0-0, disimuló el descalabro colectivo y fomentó la búsqueda en el arco de la otra punta.

Y en River, por lejos, Lucas Pratto, la gran inversión que hasta aquí se había ido en vicio, o por lo menos en amagos, pero cuando las papas quemaron ofreció su mejor versión. Un gol de fabricación propia, oficio y coraje para convivir con el rigor adversario y contribución sostenida en las tareas defensivas.

Rossi, el que muchos preferían reemplazado por un arquero lesionado o por otro traído de apuro.

Pratto, el goleador con poco gol mirado con una mezcla de desencantada resignación.

 

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