Empresarios argentinos le auguran larga vida al Mercosur. Lo hacen a pesar del temor que infundieron las palabras de Paulo Guedes, el gurú económico del presidente electo Jair Bolsonaro, quien en las últimas horas admitió que el bloque regional no es prioridad para el país vecino.
Si bien la declaración del futuro Ministro de Economía del país vecino causó cierto grado de preocupación, los lazos que unen a ambas economías y a varios de los sectores industriales más fuertes despejan cualquier duda sobre el futuro de esta zona de negocios, de la cual también participan Paraguay y Uruguay.
En números, la fortaleza de los negocios entre ambas naciones se refleja en los datos del último informe de balanza comercial, que arrojó un superávit para la Argentina de tan solo u$s6 millones.
Aunque se trata de la primera vez desde el 2014 que la Argentina revierte el saldo del intercambio comercial con Brasil, lo exiguo de la cifra da cuenta de que ninguno de los dos países se saca ventajas a la hora de los negocios bilaterales.
Integración automotriz
El caso del sector automotriz es el más paradigmático en cuanto a la relación comercial entre Brasil y la Argentina. Esto es por el peso que el comercio bilateral y dentro del Mercosur generan la producción y las exportaciones de las terminales. La mayoría posee plantas en ambos países y se nutre de las dos economías, tanto en tiempos de crecimiento como en épocas de crisis y volatilidad como la actual.
Empresarios de este sector recuerdan que Brasil sigue siendo y será el mayor socio comercial de la Argentina, y destino del 70% de la producción anual de autos locales, de acuerdo a informes de Adefa, la entidad que agrupa a las automotrices con negocios en el país.
Según las estadísticas, entre enero y septiembre Argentina exportó 198.337 vehículos en total, de los cuales 139.671 fueron a Brasil. Agregan que el mercado doméstico posee una fuerte “brasildependencia”: de los diez autos más vendidos en la Argetina, ocho provienen del país que ahora orientará Bolsonaro.
Al respecto, el argentino Carlos Zarlenga, CEO de General Motors Mercosur, predice que ambos países tendrán una “excelente” relación y asegura que “la dos naciones quieren cosas similares”. En declaraciones al diario Valor, el ejecutivo dejó además en claro que está favor de una apertura comercial de Brasil con otros bloques internacionales como la Unión Europea (UE) o con naciones extra Mercosur, pero siempre que la Argentina forme parte de las mismas negociaciones.
Del mismo modo, desde Mercedes Benz recalcan el carácter de principal destino de las exportaciones industriales de Brasil y viceversa. “Ninguno de los dos países puede prescindir del otro y mas allá de los gestos iniciales no vemos riesgos en la relación bilateral ni en el Mercosur”, sostienen voceros de la filial local de la terminal alemana.
Desde esta industria se recuerda, además, la firma en agosto pasado de un memorándum de entendimiento para la unificación de normas y criterios de producción en seguridad, emisiones sonoras y de gases contaminantes, eficiencia energética y autopartes.
“No habrá ruptura, a pesar de que Brasil puede querer privilegiar acuerdos bilaterales con otros países que no formen parte del Mercosur”, sentencia un alto ejecutivo de una de las marcas de origen francés con producción en ambos lados de la frontera.
Desde la industria autopartista la visión es similar. “Dependemos mucho de Brasil”, asegura Raúl Amil, presidente de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC), para quien si bien los riesgos son altos, las expectativas todavía son optimistas.
Por su parte, Juan Cantarella, gerente General de esta entidad empresaria, resalta el acuerdo particular que el sector automotriz tiene y que está por fuera de las normas generales del Mercosur.
“Tiene reglas de comercio específicas que deben ser renegociadas antes de junio de 2020. Y una cosa es que no sea prioritario, y otra que no sea importante. A veces las urgencias relegan a las cuestiones importantes”, advierte el ejecutivo ante una consulta de iProfesional.
Agrega que el sector automotor está muy integrado en la región, “con las mismas empresas en ambos países que intercambian su producción en forma complementaria, mejorando escala y eficiencia. Sin esa integración, ambos países se perjudicarían”.