La desregulación de precios del Gobierno nacional se siente cada vez con más fuerza en la mayoría de los productos alimenticios. Un claro ejemplo se da en el aceite de oliva, que hace tres meses atrás se podía conseguir a un promedio de 3 ó 4 mil pesos el litro. En una de las cadenas de supermercados más grandes de la capital misionera ya supera los 40 mil pesos la lata.
Este es solo un ejemplo de los fuertes incrementos que se están dando con la decisión del Gobierno nacional de “sincerar los precios” y desregular el mercado.
Un reciente informe señala que por la inflación imperante y la consecuente caída del poder adquisitivo, más de la mitad de los consumidores argentinos optan por comprar segundas y terceras marcas, además de comer menos carne y tomar menos leche.
Más allá de la tendencia de desaceleración en los aumentos de precios -según el Gobierno nacional-, los consumidores no pueden ver la esa realidad en las góndolas.
Por otro lado, el consumo masivo muestra fuertes caídas en las ventas de supermercados y una contracción en autoservicios independientes.