jueves, abril 25, 2024

¿Por que el coronavirus ya no representa una emergencia sanitaria?

A pesar de esta decisión, desde el organismo invitan a “no bajar la guardia” frente a una enfermedad que llegó para quedarse. Lo que implica el cambio y las preguntas que aún no tienen respuesta.

Por primera vez en tres años, el coronavirus ya no representa una emergencia sanitaria. Aunque las cifras oficiales revelen 7 millones de fallecimientos, desde la Organización Mundial de la Salud estiman que al menos fueron 20 millones. En el presente, gracias a las campañas masivas de vacunación y a la inmunidad adquirida, la enfermedad parece controlada.

“Con gran esperanza declaro que la covid-19 ya no es una emergencia sanitaria de alcance internacional”, afirmó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. La circulación viral ha disminuido y eso permite levantar la alerta máxima; una noticia muy esperada que se comunica cuando ya nadie presta demasiada atención a la crisis sanitaria más feroz del último siglo.

La amenaza continúa

Para ser considerada emergencia, la enfermedad debe afectar a más de un país, requerir de una acción coordinada entre naciones, ocasionar un impacto serio en la salud pública y ser “inesperada”. Para citar algunos ejemplos, la OMS había decretado esta situación con la gripe aviar (2004), Ébola (2014) y Zika (2016).

En concreto, ¿qué implica esta decisión que toma la OMS? Básicamente, que la pandemia de covid pasará a abordarse con un enfoque de largo plazo y que no se estará pendiente de la evolución diaria, como se estaba en meses previos y, sobre todo, durante los picos de 2021 y 2022. No obstante, ello no se traduce en “bajar la guardia”; por el contrario, se debe sostener el monitoreo constante y la vigilancia epidemiológica. Es una afección que llegó para quedarse y dejará su lugar de excepción para sumarse al elenco estable de enfermedades infecciosas.

“La declaración de la emergencia en su momento se tradujo en un montón de medidas que enfocaban en la covid y su impacto negativo. Gracias a la vacunación estamos en un estadio distinto, nos tenemos que ocupar, pero ya no como una prioridad. Esta actualización de la situación hace que nos focalicemos en los más vulnerables, de la misma manera que se hace para otras patologías”, señala Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet, en diálogo con este diario.

En esta línea lo aclaró Maria Van Kerkhove, jefa técnica de la OMS: “La fase de emergencia terminó, pero el covid no”. Desde enero, si bien las muertes registradas a causa de esta enfermedad descendieron un 95 por ciento, las cifras aún llaman la atención: entre finales de marzo y fines de abril, fallecieron 16 mil personas. Todavía se registran brotes considerables en Medio Oriente y el sureste asiático. “El virus sigue circulando, tenemos sublinajes de Ómicron, que cada vez son más evasivos de la respuesta inmunológica”, observa Hozbor, científica y referente del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata.

No obstante, si las cifras de infecciones se dispararán nuevamente, la emergencia sanitaria podría volver a declararse.

Antecedentes e interrogantes

El nivel máximo de alerta había sido declarado el 30 de enero de 2020, casi un mes después de los reportes en China de las primeras infecciones a causa de una enfermedad viral que debía ser explorada en tiempo real y para la cual no existía un tratamiento. De hecho, ese llamado que realizó el organismo encargado de coordinar las políticas sanitarias a nivel global fue lo que operó como detonante y llamó la atención de los gobiernos del mundo que comenzaron a tomar medidas restrictivas. Si el nuevo coronavirus se transmitía de persona a persona principalmente a partir de los aerosoles, no quedaba otra salida que limitar la circulación ciudadana (con los ya conocidos confinamientos y aislamientos) y de utilizar elementos de protección como los barbijos.

La comunidad científica, desde aquí, desempeñó un rol clave para informar en tiempo real sobre los avances en el conocimiento del Sars CoV-2. A partir de la evidencia científica, muchos gobiernos del mundo establecieron sus políticas públicas. No obstante, aún quedan muchísimos interrogantes por responder. No se sabe con certeza cuáles son los efectos de la covid prolongada, así como tampoco se puede anticipar cuáles serán las características de las nuevas variantes del coronavirus que podrían emerger en el futuro.

También quedan dudas que provienen del ámbito geopolítico. La pandemia expuso, tal vez como ningún otro fenómeno en el último tiempo, las desigualdades en el acceso a recursos. Bajo esta premisa, se debe tener en cuenta que buena parte de la población africana no culminó con éxito el proceso de inmunización. Aunque se administraron más de 13 mil millones de pinchazos, el 30 por ciento de la población no recibió ni una sola dosis.

Si en mayo de 2023 se puede afirmar que la propagación del coronavirus se va apagando, la pregunta –en un mundo de calentamiento global y destrucción de los ecosistemas, de 8 mil millones de personas, de negligencias y falta de prospectiva– es la siguiente: ¿cuánto faltará para que la próxima pandemia toque la puerta?

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