miércoles, mayo 1, 2024

Por qué los perros persiguen a los autos y bicicletas

Esta manía característica de los perros, que también lo hacen con las bicicletas, tiene distintas razones. Además, existen distintas formas de evitarlo.

Una de las características más llamativas de los perros es su manía por perseguir autos y bicicletas. Aunque nadie se cuestiona su origen, tiene distintas razones y formas de evitarlo.

No solo eso sino que también persiguen a las personas que corren (ocasionalmente). Sin embargo, todo tiene una explicación: el can persigue todo lo que se mueve, porque todo lo que se mueve en dirección opuesta lo cataloga como una hipotética presa y despierta su lado predador.

La catarata de la predación tiene todo un esquema: ver el vehículo, acecharlo, perseguirlo y finalmente alcanzarlo. Si una persona frena de golpe, el perro cambia el chip y parecerá que silba y mira para el otro lado.

Lo que si puede ocurrir es que, si el animal es macho, levante la pata y orine el neumático. ¿Por qué lo hace? Esto se debe a que intentan marcar territorio, ya que este compuesto acumula los olores y “dice” por dónde pasó ese vehículo.

Esta actitud persecutoria tiene un sentido depositado en sus orígenes primitivos como lobos.

Cómo prevenir que los perros persigan los autos

Aunque son animales muy compañeros de los humanos, este comportamiento con todo lo que se mueve ha llevado a generar graves incidentes cuando desde la amenaza pasó a la acción. Aunque es posible corregir estos comportamientos, tomarán mucha dedicación y esfuerzo.

En relación al ladrido de advertencia a una persona, el temor es una de las principales razones por lo que existe este comportamiento. Esto suele ser la consecuencia de un proceso de socialización no muy conseguido durante la etapa temprana de maduración.

Además, los perros tienen la gran habilidad de detectar cada vez que una persona está asustada, por lo que pueden ladrarle como una señal de advertencia.

Cabe destacar que el mundo en el que habitan los perros es uno de olores. En cambio, el de los seres humanos, es uno de colores.

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