jueves, marzo 28, 2024

“Te perdono”, el conmovedor mensaje de una atleta que perdió su pierna por un auto que cruzó en rojo

Celeste Díaz tiene 26 años y es docente y atleta. El 2 de octubre del 2018 fue embestida por un hombre al que la justicia de La Rioja condenó el lunes pasado. Tras el fallo, escribió en sus redes lo que sintió cuando estuvo cara a cara con el conductor que la atropelló.

“¿Acaso creen que es imposible perdonar? Hace días atrás venía pensando en lo que ocurriría hoy, sabiendo que en este día iba a tener cara a cara a la persona que me atropelló pero lo que no sabía es cual iba a ser mi reacción, porque desde el principio dije perdonarlo y temía por mí misma por si me había engañado en cuanto a lo que sentía o decía sentir, ¿y saben qué? ¡No me engañé! No me mentí cuando dije que lo había perdonado. Hoy lo conocí y sentí una paz enorme al tenerlo al frente mío y no sentir rencor, ni odio, ni bronca. ¿Lloré? ¿Me emocioné? Sí, por supuesto que sí, porque se trata de algo que marcó mi vida para siempre, y escucharlo disculparse por su terrible error fue más satisfactorio que cualquier condena”.

Celeste Díaz tiene 26 años, es profesora de biología y vive en la ciudad de La Rioja. Escribió esas palabras en su muro de Facebook horas después de haberse encontrado con Lucas Rodríguez (38), quien la atropelló el 2 de octubre del año pasado, una fatídica fecha que ella recuerda como la que “golpeó mi físico y mis sentimientos”.

Ese día fue atípico. La docente había ido a trabajar al colegio provincial N° 14 pero se retiró más temprano, dos horas antes de lo habitual, debido a que era una jornada institucional y no hubo clases. Salió de la escuela minutos después de las 11, se subió a su moto y se fue para su casa. Nunca llegó a destino.

Celeste había transitado un buen tramo cuando al llegar al cruce de las avenidas Menem y Ortiz de Campo se produjo el hecho que cambió su vida para siempre: la camioneta Toyota Hilux que conducía Rodríguez cruzó el semáforo en rojo y la embistió.

La joven fue trasladada a una clínica cercana. El impacto le provocó, entre otras heridas, una luxofractura del miembro inferior derecho, con destrucción de musculatura y parte ósea, por lo que debieron amputarle el pie. Pudo haber terminado de manera trágica si ella no hubiera llevado el casco.

Su condición se agravó en los días posteriores. Una infección en la herida se fue propagando en su pierna. Los médicos resolvieron el traslado de urgencia a un sanatorio de la localidad de Allende, en la provincia de Córdoba. Allí le realizaron una nueva amputación, por debajo de la rodilla.

Estuvo internada una semana y media hasta que le dieron el alta. Después llegó la etapa de rehabilitación. El 5 de diciembre probó una prótesis y se pudo poner de pie. A los dos días volvió a caminar. “Mi rehabilitación fue muy rápida, hasta los médicos se sorprendieron. Creo que mucho está en la voluntad de cada uno”.

Tras dos meses en Córdoba, la joven regresó a su La Rioja natal. Al principio, afrontó lo que le sucedió con una mezcla de tristeza y angustia. Pensaba en su futuro y en su cabeza era todo incertidumbre. “Creo que uno ante estas circunstancias de miedo, más otras sensaciones, piensa en todo. Luego de haber sido operada y ver mi situación tuve mi período de duelo, que fue muy doloroso tanto para mí como para mis seres cercanos. Doy gracias a Dios ya que me enfoqué en mi salud, en mi nena y en todas las posibilidades que tendría que luchar para conseguir”, cuenta.

Un quiebre emocional se dio a fines de enero, cuando la invitaron a escalar una montaña y, a pesar de que su familia no quería, ella decidió participar. “Deseaba demostrar que uno puede superar las adversidades. Fue todo un desafío, para saber en qué condiciones estaba y hasta dónde podía llegar. Siempre digo que los límites los ponemos nosotros mismos.

Superó el reto y ascendió 5.200 metros. Eso, asegura, fue un “clic” que renovó sus ganas de volver a correr.

A Celeste le apasiona la actividad física. Practica atletismo desde los 7 años, impulsada por su padre, con quien comparte la misma afición por correr. Su especialidad son las carreras de fondo: en su infancia fue campeona de los Juegos Evita en los 1.200 y 2.000 metros, compitió en distintas provincias, participó en certámenes en el exterior e integró el seleccionado argentino de atletismo.

Al terminar el secundario empezó el profesorado de Educación Física. Pero cuatro días antes de hacer las pruebas de ingreso se enteró de que estaba embarazada de su hija Abigail, que hoy tiene 8 años. “Después de haber sido mamá volví con mis entrenamientos, pero ya la vida me pedía asegurarle un mejor futuro a mi hija, entonces retomé los estudios. Realicé carreras que luego abandonaría, hasta que ingresé al profesorado de Biología y pude recibirme”.

Reconociendo su pasado como atleta, el ministerio de Salud provincial le concedió a Celeste una prótesis deportiva para que pueda volver a correr. Se la entregaron en Buenos Aires e hizo sus primeras pasadas en el Cenard. Habían pasado nueve meses desde el accidente.

Hoy está alejada de la práctica. Dejó de correr por antiguos dolores en las rodillas que la volvieron a aquejar. Aunque no descarta retomar a los entrenamientos, por el momento solo piensa en cuidar su salud y en dedicarse de pleno a su trabajo. El 2 de octubre de este 2019, exactamente un año después del accidente, empezó a dar clases otra vez. Después de doce meses, recomenzó su antigua rutina cotidiana.

El juicio

Mientras transitaba el período de rehabilitación y trataba de retomar su antigua vida, Celeste también afrontó el avance de la denuncia penal contra Rodríguez, imputado por lesiones gravísimas. Ella no quería saber nada de esto. Accedió por la presión de algunos de sus familiares, de amigos, de vecinos y de gente indignada que se expresaba a través de las redes sociales, ya que el caso tomó difusión en la provincia.

“A mi el juicio no me valía de nada, no tenía ganas de hacerlo, aunque parte de mi familia no estaba de acuerdo. Les explicaba pero no me entendían. Yo a él lo había perdonado desde un principio. Entonces, me comentó mi abogado, surgió la opción de un juicio abreviado”.

El lunes pasado Celeste se encontró por primera vez con Rodríguez. Fue en la sala 2 de la Cámara Tercera en lo Criminal y Correccional de La Rioja. Como en todo este tiempo se mantuvo abstraída por completo del caso y no miró noticias, no sabía nada del conductor. No conocía cómo era su rostro, ni siquiera sabía su nombre. “En la sala, él estaba sentado en diagonal hacia mi lugar. Mi abogado lo señala y me dice: él es Lucas”.

El conductor solo le dirigió la palabra a la víctima al momento de expresarse previo al veredicto. “Me pidió disculpas y era lo que necesitaba. Por momentos me daban ganas de abrazarlo y decirle que no iba a pasar nada. La gente por ahí no lo entiende, a veces ni yo me entiendo a mí misma”.

El proceso presidido por el juez Jorge Chamía finalizó con Rodríguez aceptando su culpabilidad. Fue condenado a dos años de prisión en suspenso y a cuatro de inhabilitación para conducir, además de tener que realizar tareas comunitarias.

Ese mismo lunes, luego de la audiencia, Celeste tomó su teléfono y escribió aquellas palabras que se viralizaron en las redes. El mensaje lo tituló con una pregunta: “¿Acaso creen que es imposible perdonar?”. Y lo cerró con una reflexión.

“Nada, absolutamente nada, va a devolverme mi pierna o mi vida anterior a lo sucedido, pero me conformo con saber que está arrepentido, y por supuesto que acepto su disculpa porque todos nos equivocamos y cometemos errores terribles, pero lo importante de todo y lo que hace a la persona humana es saber asumirlos y hacerse cargo de los mismos. Hoy siento más paz que nunca, de eso se trata la vida creo, de poder vivir en paz! Y para ello hay que dejar el rencor, el odio, el egoísmo y muchas otras cosas de lado! Si aún no le pidieron perdón a alguien que hayan herido, están a tiempo de hacerlo. Quizá no le cambies la vida a la otra persona pero puedes cambiar la tuya. ¡Estoy más que orgullosa conmigo misma, porque realmente aprendí!”.

Fuente: Infobae

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