domingo, mayo 19, 2024

Una misionera compite como una de las 50 mejores estudiantes del mundo

Victoria Rojas, misionera de 17 años, es finalista en un certamen internacional a los mayores talentos entre alumnos de la secundaria. Emprendedora y líder precoz, es nieta de un paraguayo exiliado por motivos políticos.

Victoria Rojas, de 17 años, oriunda de Posadas, fue seleccionada este miércoles entre los 50 mejores estudiantes del mundo por el Global Student Prize 2023, distinción que se realiza en todo el mundo y que entregará 100.000 dólares al estudiante ganador.

Victoria fue seleccionada entre 3.851 postulaciones de 122 países y es la primera mujer argentina en haber quedado finalista al premio que Chegg.org lanzó en alianza con Fundación Varkey en 2021.

El premio, en su tercera edición, está dirigido a estudiantes que tengan al menos 16 años y estén inscriptos en una institución académica o en un programa de formación y reconoce los logros extraordinarios de jóvenes que estén logrando un impacto real en la vida de sus compañeros y en la sociedad en general.

Una misionera compite como una de las 50 mejores estudiantes del mundo

La historia de Victoria

Victoria relata que sus padres, ambos docentes, tuvieron que trabajar intensamente para consolidar su hogar y su familia. “Fue una infancia movida”, recuerda Victoria. Años antes, su abuelo había tenido que emigrar desde el Paraguay a la Argentina debido a la persecución política de la dictadura de aquel país.

Eso no le impidió a Victoria realizar todo tipo de experimentos y emprendimientos en su casa y escuela. Como era una niña tímida, su madre decidió llevarla a teatro y eso potenció enormemente su expresividad. Mientras sus padres fomentaban la creatividad, ella emprendía jugando en su barrio: al quiosco y al supermercado.

Con sólo 9 años, junto a una compañera de clase inició GuVic cuyo objetivo era crear cuentos para niños, promoviendo lectura y valores. Más tarde participó de la Escuela de Robótica presentando un proyecto para mejorar la calidad del sueño a través de una almohada con distintas funciones.

Luego, con 12 años, formó parte del equipo de ciencias de Infinito por Descubrir, donde desarrolló un proyecto de investigación llamado “el mundo en una gota”; su objeto de estudio eran los ecosistemas de los ríos locales. “Iba a la costanera y a las lagunas y luego me llevaba las muestras para analizar con microscopio. Quería saber todo, incluso llevé la saliva de mi perrito Washington”, recuerda Victoria.

Ella reconoce que su familia la ha acompañado en sus diferentes etapas, dentro y fuera de la escuela. Sus padres decidieron, por ejemplo, que era mejor que no utilizara celular hasta los 13 años para que pudiese desarrollar su creatividad, su pensamiento crítico y no generase su propio aislamiento. Entonces ella diseñó su teléfono de cartón. “No le dábamos celular, pero sí libros”, repasa Claudia, su madre, que agregó: “lo importante era que ella desarrolle su creatividad, su manera de hacer el bien con los demás”.

Victoria también reconoce la importancia de sus docentes, que siempre le brindaron apoyo: “Los profes que tuve me cambiaron la vida, me dijeron que no me rinda y me acompañaron en los momentos difíciles. Tener la oportunidad de recibir educación es fundamental para construir una sociedad justa”.

L.V.

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