viernes, junio 27, 2025

Consecuencias de apretar los dientes al dormir, un trastorno que afecta a un 10% de la población

Despertarse con dolor en los dientes, en la mandíbula o en los músculos de la cara puede llegar a ser muy molesto. Aunque son síntomas que muchas veces se subestiman, es importante saber que se puede tratar de un trastorno que puede repercutir negativamente en la salud si continúa durante mucho tiempo.

El bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes superiores con los inferiores sin propósito funcional. Puede afectar tanto a niños como adultos y, al contrario de lo que se piensa en general, se puede presentar de día, no únicamente de noche. Cuando se manifiesta de día es más fácil de controlar, mientras que cuando el paciente lo hace de noche es más complicado.

De acuerdo a la Asociación Americana del Sueño (American Sleep Association, ASA), el bruxismo afecta entre un 10% y un 15% de la población mundial. Al día de hoy los especialistas difieren mucho respecto de cuáles son las causas, aunque apuntan a que el mayor desencadenante del bruxismo es el estrés. Hay personas que aprietan los dientes pero no tienen síntomas, pero otras pueden sufrir grandes trastornos.

Las consecuencias de apretar los dientes de esta forma son diversas, pero a medida que el problema se extiende en el tiempo pueden empeorar. En general, el bruxismo repercute en la sobrecarga de los tejidos de soporte de los dientes, en el desgaste y deterioro de las piezas dentarias e incluso en la fatiga de los músculos de la mandíbula. En los casos más graves puede causar un problema en la articulación temporomandibular (ATM).

Este tipo de trastorno puede afectar también otros aspectos del organismo de quienes lo padecen, tanto a corto plazo como en un período más extenso. En el primer caso es común que la persona sienta dolores de cabeza, en las mandíbulas, en los músculos faciales, dolor de oídos, rigidez en los hombros e incluso limitación en la apertura de la boca. A su vez, el bruxismo puede provocar interrupciones en el sueño, exceso de movilidad dental e inflamación de las encías.

Por otro lado, los efectos negativos a largo plazo son más graves que los primeros. El paciente puede sufrir trastornos la articulación temporomandibular -ATM- y desgaste o rotura de uno o más dientes.

El bruxismo se clasifica en dos tipos: el céntrico y el excéntrico. El primero se produce cuando la persona únicamente apreta los dientes, mientras que el segundo constituye el frotamiento de los dientes entre sí.

Asimismo, se puede clasificar de acuerdo al grado de gravedad de la afección que sufre el paciente. El grado I se presenta por un corto período de tiempo, no llega a ser un hábito; en el grado II la persona ya tiene internalizado el hábito; por último, en el grado III la persona ha tomado este hábito y le resulta difícil de controlar, tanto de día como de noche.

Los dos primeros son reversibles, mientras que el último es más difícil de volver para atrás.
El tratamiento de este tipo de patología se centra en tratar los síntomas y las consecuencias en primer lugar. En general, se trata de disminuir el dolor -en la mandíbula, en la cabeza, en las articulaciones- y prevenir el daño de los dientes a través del uso de protectores indicados por especialistas. A su vez, es importante saber cuál es la causa del bruxismo en cada paciente, dado que de este modo se podrá tratar de resolver el problema y evitar que se perpetúe el desarrollo del trastorno. Por eso, el paciente debe consultar a un especialista al momento en que detecta los síntomas. Así, será posible indicar el tratamiento adecuado y prevenir los potenciales daños que el bruxismo puede provocar.

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